Pensamos generalmente que un trabajo espiritual es hacer cosas especiales fuera de nuestra vida normal. En realidad no es así. Es sobre todo crear un crecimiento permanente de conciencia que permite que nuestras relaciones con nuestro entorno y con uno mismo cambie en una armonía siempre más grande.
Un ejemplo muy bonito recibimos estos días del principio de mayo de 2010 visitando los jardines de Cadiot en Carlux en las colinas que bordean el valle de la Dordogne en el Périgord (Francia). Una pareja, Anne-Marie et Bernard Decottignies, empezaba, hay mas de 20 años, a construir un jardín por amor a la naturaleza, transformando poco a poco el entorno de su casa. El marido aportaba mas el aspecto arquitectural, su mujer se consagraba más a las plantas mismas. Ahora también el hijo se consagra a eso.
Así comenzaba a crecer, aparentemente sin onocimientos profesionales especiales, un conjunto de 10 jardines a temas diferentes, formando un conjunto armonioso. Es un ejemplo de una unión dinámica e interactiva de diversidad como soñamos la vida. La armonía es la propia de la cuarta dimensión, la unión en la interactividad de la diversidad es la propia de la quinta dimensión. La humanidad esta iniciándose en ellas.
Esta realidad se expresa por un conjunto bastante bioenergética y dinámica. Si este biodinamismo energético puede perfeccionarse, lo sentimos presente. En efecto, por un paseo a través de este jardín no sois atraídos solamente por las plantas, pequeños detalles y construcciones, es incitado a estar en la naturaleza de modo más presente y comunicativo.
La atmósfera es tal que el visitante puede sentirse como participando activamente al conjunto por el hecho que cada instante hay algo para descubrir que evoca la admiración. La naturaleza es a la vez fuerte y llena de paz. Hay una gran diversidad pero hay una comunicación que invita a ver encima de todo la belleza del conjunto. Cada cosa se valoriza como un servicio al conjunto. No pierde su identidad pero alinea. No domina pero ilumina. No separa sino hace fluir y unir. Al ritmo del tiempo las plantas florecen, dando la libertad a cada variedad su oportunidad de mostrar sus cualidades. Ahora florecen las glicinas, las peonias y las euphorbias, después siguieran las rosas y otras. Eso fluir en toda libertad es el propio de todo trabajo espiritual y la manera para liberarnos de la inconsciencia colectiva, del peso de la inconsciencia de la masa que nos domina en todos los niveles de la vida.
¡Que este ejemplo pueda inspirar a nosotros todos de manera concreta en nuestra vida ¡
